Regreso de un “presidente en las sombras”
- Valeria Perasso
- BBC Mundo, Buenos Aires

Néstor Kirchner no ha abandonado la escena política.
En un anuncio postergado tanto como la ley lo permite, el ex presidente de Argentina Néstor Kirchner formalizó su candidatura a diputado -por la provincia de Buenos Aires para las próximas elecciones legislativas- horas antes de que venciera el plazo estipulado para que los partidos cerraran sus listas de postulantes.
El regreso no ha tomado a nadie por sorpresa: en las últimas semanas, los medios argentinos se dedicaron a seguir de cerca los movimientos del ex mandatario, quien dirigió las maniobras de definición de listas de su partido y quien, en definitiva, ha venido ejerciendo un papel clave en la toma de decisiones del gobierno de su esposa y sucesora, Cristina Fernández.
Tras la entrega de la banda presidencial en 2007, Kirchner pasó a la trastienda, pero jamás abandonó la escena. Su manera de perpetuarse en la política fue convirtiéndose en una fuente directa de poder en las sombras.
Pero, ¿quién es este hombre al que muchos hoy consideran responsable de manejar los hilos del país?
Nacido en la provincia patagónica de Santa Cruz, Kirchner fue gobernador de su distrito por más de 10 años, y llegó a la presidencia del país en 2003 como candidato del Frente para la Victoria, al imponerse ante el ex presidente Carlos Menem.
Su gestión impulsó el fortalecimiento de la figura presidencial en la Argentina post-crisis de 2001. Según estudios de la consultora Poliarquía, el santacruceño accedió al poder con 80% de imagen positiva entre los ciudadanos.
"Y se fue del gobierno con 64% de aceptación, que es también muy alto. Cuando asumió su esposa, la mitad de la gente creía que las decisiones las iban a seguir tomando los dos, y un 20% anticipaba que seguiría siendo él quien decidiera", reveló a BBC Mundo Fabián Perechodnik, director de Poliarquía.
Paso al costado, por poco tiempo
Con el apoyo de los votantes, Argentina presenció en 2007 una sucesión presidencial "intra-marital": Kirchner renunció a la posibilidad de presentarse para un segundo mandato, para dejar el sillón a su mujer, quien se convirtió, con 45% de los votos en primera vuelta, en la primera presidenta del país.
El mandatario saliente se posicionó pronto como el principal dirigente de su fuerza política, el Partido Justicialista (PJ) o peronismo. Luego, las sucesivas crisis que aquejaron a su esposa desde su asunción -entre ellas, el prolongado conflicto con el agro y la crisis económica internacional-, dieron al hombre del matrimonio el motivo para "calzarse los pantalones".
Muy pronto se hizo evidente que Néstor Kirchner no cumpliría con la "retirada" anunciada. Estaba allí para quedarse, y ya no sólo como "primer caballero".
Desde reuniones privadas con los ministros, al libre uso de recursos del gobierno para sus actividades de campaña. De discusiones abiertas con empresarios e inversionistas sobre temas de interés nacional, a intervenciones directas en las políticas económicas. Desde viajes en helicóptero presidencial, al uso de la residencia oficial de Olivos para sus actividades privadas.
Nadie oculta ya que Néstor Kirchner tiene una cuota de poder que supera a la de cualquier otro funcionario en ejercicio. De a ratos, también a la de su propia esposa.
"Es como un segundo presidente... un presidente en las sombras. Pero más bravo", le dijo a BBC Mundo un colaborador cercano, que acompaña a Kirchner desde hace varios años y prefiere no ser identificado.
De hecho, muchos creen que esta injerencia del ex mandatario en las políticas del actual gobierno ha sido un factor de peso en el deterioro de la imagen de la presidenta, quien hace menos de dos años consiguió una rotunda victoria en las urnas y hoy tiene el nivel de popularidad más bajo de su gestión.
"Kirchner", para los medios argentinos y los ciudadanos comunes, es siempre el ex presidente. Su esposa es simplemente Cristina, así, a secas.
Cambio de mando
Curiosamente, la dinámica de esta "sociedad política", como el mismo el mismo matrimonio presidencial ha sabido definirse, se ha revertido en los últimos años: cuando Néstor Kirchner estaba al frente del país, muchos intuían que su esposa, por entonces senadora, era quien en realidad tomaba las decisiones de peso.
Hoy, la figura de Cristina Fernández aparece debilitada y desgastada ante la opinión pública, y nadie, en las filas del peronismo, parece dispuesto a hacer algo para evitarlo.
"Esta cuestión ya está resuelta: se asume que Cristina es una presidenta vicaria, que está ahí en representación de otra gente que toma las decisiones. Era problemático cuando el gobierno se esforzaba por disimular eso, pero ya no", señaló Marcos Novaro, investigador del Centro de Investigaciones Políticas (CIPOL).
Según su análisis, la mayoría de los argentinos no están preocupados por el dilema institucional que plantea tener un "presidente en las sombras".
"Prefieren un líder fuerte como Kirchner, que los tranquiliza, antes que estar en manos de una persona que no se sabe muy bien si es o no es, tal como percibe la gente", observó Novaro.
Lo cierto es que, de cara a las urnas, el matrimonio Kirchner se ha encargado de dar a las elecciones un tono de plebiscito: "Nosotros o el caos", sugirió el ex mandatario días atrás.
Cuando se abran las urnas, el próximo 28 de junio, Kirchner sabe que del recuento de votos dependerá su futuro, en la trastienda o en la primera línea de la política local.
Si el oficialismo triunfa, los resultados serán leídos como un voto de confianza de la ciudadanía al modelo de país que supieron construir. Si la votación les es adversa, son muchos los que anticipan que Argentina comenzará a transitar la etapa del post-kirchnerismo.
Kirchner, por el momento, tiene la mirada puesta en las encuestas que le otorgan una leve ventaja sobre sus contrincantes, mientras planea una febril agenda para las próximas semanas que lo llevará de la trastienda a la campaña.