Los desafíos de la Amazonía

  • Paulo Cabral
  • BBC, Brasil
Fuegos en el sureste de la Amazonía
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La productividad media de la tierra utilizada para la cría de ganado en el Amazonas es muy baja.

Cuando se observan los campos y las selvas de la Amazonía, uno cae en la tentación de pensar que un área con una extensión de tal magnitud posee recursos inagotables.

Esa es la idea que todavía tienen muchos de los agricultores y ganaderos que trabajan en esta región.

Pero la productividad media de la tierra utilizada para la cría de ganado en el Amazonas es de menos de una cabeza por hectárea.

La utilización más eficiente de las tierras que ya han sido deforestadas y la creación de una economía forestal sostenible son clave para una región que se enfrenta al desafío de combinar el desarrollo con la conservación.

"No tengo ninguna duda de que hoy en día el medio ambiente es una de las principales preocupaciones de los agricultores de la Amazonía", explica Diego Naves, vicepresidente de la Federación de Agricultores del estado brasileño de Pará.

"Pero para producir de manera sostenible, necesitamos juntarnos con el gobierno y la sociedad, y no ser los únicos a los que se acusa de la destrucción de la selva".

Suelo arenoso

El estado de Pará era el destino preferido de los inmigrantes e inversores que llegaron a la Amazonía entre los años '60 y '80 con programas gubernamentales.

La deforestación indiscriminada para crear espacio para la ganadería hizo que la zona sureste de este estado se convirtiera en la más devastada del Amazonas.

La disponibilidad de tierra barata hizo que los agricultores abandonaran las tierras de cultivo después de unos pocos años de producción.

"Es todavía barato destruir el bosque en busca de pastos frescos", explica Paulo Barreto, investigador de la organización no gubernamental Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon).

"Ese es el tipo de forma de pensar que debemos cambiar", asegura.

Uno de los principales problemas es que el suelo de la Amazonía es más bien arenoso y pobre. La vegetación es exuberante tan sólo porque se nutre con toda la materia orgánica que proviene de las plantas y animales muertos.

Una vez este ciclo se rompe a causa de la agricultura, el suelo se vuelve arena en unos pocos años, por lo que los agricultores se marchan en busca de otra porción de selva que quemar para convertirla en un área de cultivo.

"Loco"

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A Costa lo llamaron "loco" por invertir en tecnología en un sector dominado por la agricultura intensiva.

Esa es la técnica que los indígenas utilizaron durante años en la selva, pero no en la escala industrial actual.

"El cambio va despacio, pero está sucediendo", señala Mauro Lucio Costa.

Siendo aún una excepción en la Amazonía, su granja de 4.500 hectáreas tiene una productividad cuatro veces superior a la de la media de la región, al tiempo que mantiene un 80% del bosque.

Costa dice que cuando empezó a desarrollar prácticas sostenibles en su granja, tales como reforestar o buscar mejores variedades de pasto, otros agricultores dijeron que estaba "loco" por invertir en tecnología en un sector dominado por la agricultura intensiva.

"Pero eso fue hace casi diez años", señala.

"Afortunadamente hoy en día veo cada vez más agricultores que se suman a estos principios, aunque hará falta tiempo para que se sientan los efectos", asegura Costa.

Los agricultores dicen que necesitan créditos de manera urgente si se quiere que modernicen sus procesos de producción.

La situación es todavía más dramática entre los pequeños propietarios de tierras, que normalmente no cuentan con ningún capital para invertir.

"Lo perdí todo"

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Moreira dice que tuvo que vender el poco ganado que tenía para seguir con la pimienta. Lo perdió todo.

"Hace tres años los bancos nos dijeron que debíamos invertir en producir pimienta negra porque había algunos problemas con las plantaciones en Asia y iba a haber un gran aumento de la demanda", explica Marusan Moreira.

"Pedí un crédito y planté árboles de la pimienta, pero entonces el precio bajó y el banco no quiso darme más dinero para poder seguir adelante".

Moreira dice que tuvo que vender el poco ganado que tenía para seguir con la pimienta, confiando en que los precios subirían de nuevo.

"Pero no subieron y ahora no tengo nada. Tuve que dejar de trabajar porque cuanto más producía mas perdía", explica.

Ahora Moreira debe registrar su tierra en un nuevo programa del gobierno que busca garantizar derechos de propiedad a la gente que ha ocupado tierra en el Amazonas para poder acceder a facilidades de crédito.

En cualquier caso, los defensores del medio ambiente temen que dar más dinero sin asegurarse en qué va a ser utilizado puede llevar a un aumento de la destrucción de la selva.

Patricia Baiao, directora del programa para la Amazonía de la organización Conservation International afirma que la región necesita "un modelo a medida" de desarrollo económico.

"El tipo de actividades que pueden recibir incentivo son la extracción sostenible de madera y la recolección de productos de la selva para la industria cosmética y farmacéutica", asegura.

Reciclaje de madera

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Fernandes recicla madera que descartan grandes compañías.

Un grupo de carpinteros de la ciudad de Rondon do Pará –enumerada por el gobierno brasileño como una de las 15 áreas más deforestadas de la Amazonía- ha empezado a dar ejemplo, utilizando los restos dejados por las aserrerías para fabricar sus muebles.

Normalmente los compradores de madera son muy exigentes. Cualquier pequeña imperfección en la madera es suficiente para que esta sea descartada.

"Me di cuenta que miles de estas pequeñas piezas eran descartadas por una gran compañía que compra el material para producir mangos de cuberterías”, explica el carpintero Gilberto Fernandes.

Ahora él las utiliza para producir muebles en su carpintería, aunque asegura que la burocracia supone un problema.

"No he conseguido registrar mi compañía en el gobierno para poder enviar mis muebles a otros estados. Eso me ayudaría a desarrollar mi negocio", explica.

Actividades sostenibles

Muchos de los agricultores que durante décadas han deforestado la selva, ya sea para obtener madera o tierras de cultivo, están intentando crear actividades sostenibles.

Uno de ellos es el estadounidense John Weaver Davis Junior, quien llegó a Brasil con su padre misionero desde Texas a principio de los años '60 para establecer una granja y una misión.

El padre de Davis, quien fue asesinado en una disputa sobre unas tierras pocos años después de llegar a Brasil, se dedicó a exportar madera para pisos a Europa y Estados Unidos.

Tras décadas de extracción, la mitad de su propiedad, de unas 100.000 hectáreas de superficie, todavía está cubierta de selva.

"No nos arrepentimos de nada porque eso era lo que teníamos que hacer para mantener a nuestra familia y era una actividad viable en aquella época", asegura.

Ahora dice que ha llegado el momento de centrarse en la selva y está intentando lograr financiación pública para cultivar la planta carauá, que es rica en fibra.

"Es una planta tradicional que los indígenas siempre han utilizado para hacer hamacas o vestidos", explica.

"Ahora sabemos que puede reemplazar a la fibra de vidrio en muchas aplicaciones industriales. Y lo más importante es que es una planta que requiere de un bosque porque crece mucho mejor a la sombra".