Webcómics, la revolución de la historieta
- Gabriela Torres
- España

La historieta se sale de su rectángulo.
Cuando se habla de historietas, lo usual es que se refiera a esas revistas o libros, en formato impreso, que con ilustraciones y viñetas narran una historia real o fantástica desde la parte superior izquierda de la hoja hasta la esquina inferior derecha.
Batman, el Hombre Araña, Tintín, Superman, Calvin & Hobbes, X-Men, Sin City... el público lector de cómics sigue cada una de las peripecias de estos personajes por entregas donde se cuenta el fragmento más emocionante, gracioso y/o peligroso de estos mundos.
Sin embargo, con la aparición de nuevas tecnologías, el avance de internet y las calidades de navegación, las historietas en la red surgen como una forma de revolucionar el cómic.
Aparecen como una ventana donde los historietistas tienen que reinventarse para estar al día con un público joven que se habla por mensajes de texto, expresa sus sentimientos en redes sociales y, en definitiva, pasan más tiempo al frente de la pantalla de un computador que mirando la televisión o leyendo un libro impreso.
"Lo que más me emociona de los cómics, es que si ya existían antes de la imprenta, pueden existir después", explica Scott McCould, historietista y teórico del cómic que si bien en el pasado trabajó para DC Comics escribiendo las aventuras de Superman, hoy en día es uno de los impulsores del llamado Webcómic.
Cambio del piel
McCloud, quien se encuentra en Barcelona, España, a propósito del 27º Salón Internacional del Cómic, señaló que para que las historietas perduren, es necesario que se experimenten en las distintas formas que hay de presentar un cómic sin que se pierda su espíritu.
La interactividad es un aporte que internet brinda al cómic.
Para el experto, siempre y cuando se mantenga esa capacidad de desconectar al lector del mundo real, haciéndolo que se pierda en el tiempo y el espacio, la historieta puede salir de ese rectángulo que durante décadas la ha enmarcado.
"Si usamos la web como ventana, podemos componer un cómic como si fuera música; sin preocuparnos de que nos topemos con el final de la página", agrega McCloud.
En otras palabras, en vez de utilizar el tradicional formato horizontal, se pueden crear cómics cuyas viñetas estén dentro de otras viñetas y las siguientes estén dentro de las anteriores, creando así infinitas ventanas que dan la sensación de profundidad, de "meterse" en la historia. Como es el caso de The Right Number (el número correcto)
O también se puede apelar más a la participación del lector, quien gracias a internet puede elegir qué viñeta quiere que siga y cambiar así el destino de sus personajes. "La interactividad puede desempeñar un papel esencial en la evolución del cómic", apunta McCloud.
Libre, libre
La red ofrece espacios para historias sin censura.
Pero internet también ofrece ventajas más allá de su formato. Así como ha ocurrido con cantantes, artistas y escritores, el ciberespacio ha servido de plataforma para saltar a la fama. Tal es el caso de Cálico Electrónico, uno de los más famosos personajes de la animación flash en España.
Para los creadores de esta especie de superhéroe regordete, con bigotes y lenguaje procaz, internet les ha dado la oportunidad de crear sus historias sin censura. Les permite en un lenguaje coloquial denunciar aquello que les molesta de la sociedad y reírse de ello.
"No nos cerramos a nada y todo lo que hemos consumido lo aplicamos", explica Niko, uno de los creadores del personaje.
A su lado está Maikel, de la revista española de humor El Jueves, cuya publicación en la versión impresa de una caricatura de los príncipes de España les supuso estar en el ojo de la polémica. "La ventaja que tiene internet es que no tenemos condicionantes, porque no tenemos publicidad y eso nos permite hacer lo que queremos", comenta.
Para estos tres exponentes del cómic en España, la televisión acabará convergiendo con internet como respuesta a las demandas de las nuevas generaciones que están acostumbrados a expresarse de diferentes formas y distintos formatos.
Se trata de un público consumidor que la industria del cómic espera captar y retener.