¿Ahora o nunca?

  • Marcelo Justo
  • BBC Mundo

En medio de una fenomenal crisis económica, la cumbre del G-20 tiene que ofrecer algo más que la típica foto de familia -los líderes del mundo todos sonrientes -y un comunicado similar a una homilía.

Gordon Brown y su esposa Sarah (izq.), Barack Obama y su esposa Michelle (der.)
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Las expectativas del G-20 van más allá de la foto da familia.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que habrá 50 millones de desempleados a fin de año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que por primera vez desde la posguerra el crecimiento económico será negativo (entre el 0,5 y el 1%) y nadie sabe exactamente cuánto activo tóxico (deuda incobrable) está dando vuelta en el planeta.

En este marco las expectativas por la cumbre de Londres son altas.

"En un mundo globalizado como el actual, la respuesta tiene que ser global. Un foro como el G-20, con países desarrollados y en desarrollo, tiene ese potencial", indicó a BBC Mundo Federico Steinberg investigador principal de economía y comercio internacional del Real Instituto Elcano de Madrid.

El G-20 representa las dos terceras partes de la población mundial, un 90% del PIB mundial, y un 80% del comercio: su peso a nivel global es indudable.

El gran interrogante es si pueden coordinar una acción conjunta que vaya más allá de sus intereses nacionales.

Caminos que se bifurcan

Las diferencias son evidentes.

La canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Nicolás Sarkozy.
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La canciller alemana se muestra reticente a que se aprueben nuevos paquetes de estímulo fiscal.

El gobierno de Barack Obama quiere que de la cumbre salga un nuevo paquete de estímulo fiscal para contrarrestar la actual caída de la demanda mundial.

"El desafío económico actual no puede solucionarse con medidas parciales o con el esfuerzo de una sola nación. Los líderes del G-20 tienen que tomar una acción coordinada y amplia para reactivar la economía mundial", escribió el presidente en el "International Herald Tribune".

La Unión Europea (UE) no quiere ni hablar de nuevos desembolsos.

"La Unión Europea ya ha hecho una contribución muy importante a nivel de estímulo fiscal", advirtió la canciller alemana, Angela Merkel, en una cumbre preparatoria de la UE hace dos semanas.

Para la UE la clave es la reforma del sistema financiero, a fin de evitar una repetición de la actual situación.

Amenaza de portazo

En vísperas de la cumbre, la ministra de economía de Francia Christine Lagarde, tensó más la cuerda amenazando con un portazo definitivo.

Paul Krugman
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Paul Krugman ha criticado las medidas adoptadas tanto por EE.UU. como por la Unión Europea.

En declaraciones a la BBC, Lagarde dijo que el presidente Nicolas Sarkozy no firmaría el documento final si no incluía un fuerte componente de reglamentos para el sistema internacional.

En medio de este choque de titanes, tienen que tallar las naciones emergentes, tanto el poderoso BRIC (Brasil, Rusia, India y China) como Argentina, México y Turquía.

Algunos, como China, el mayor acreedor de Estados Unidos (EE.UU.), ya han advertido que el G-20 no debe centrarse en las necesidades del gobierno de Barack Obama.

La semana pasada, el presidente del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, sorprendió a muchos al señalar que la crisis actual exige la creación de una nueva moneda mundial que sustituya al dólar, controlada por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Confluencias

¿Es posible acercar esas posiciones tan diversas sin aguarlas en pos del consenso?

Salón de prensa del G-20 en Londres
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Las naciones emergentes también quieren influir en el G-20.

La regulación del sistema financiero internacional ofrece puntos de convergencia.

Ni EE.UU., ni la UE, ni las naciones emergentes ponen en duda que hay que regular el sistema financiero global, pero hay un debate de fondo que debe resolverse para que la cumbre realmente marque un nuevo rumbo para la economía mundial.

"Hay que decidir si queremos mercados muy liberalizados, con tasas de crecimiento más altas pero más expuestos al riesgo de una crisis, o mercados financieros más controlados, con un crecimiento económico menor pero menos sobresaltos. Este debate toca intereses muy importantes en EE.UU. y el Reino Unido, las grandes plazas financieras del planeta", señaló Steinberg a BBC Mundo.

Un capítulo esencial será la regulación del llamado "shadow banking" (instituciones financieras que pueden sacar préstamos u ofrecer créditos sin estar cubiertas por las regulaciones que se aplican en el caso de los bancos) y la política respecto a los paraísos fiscales.

El FMI

La reforma del FMI puede también acercar posiciones.

Hay un acuerdo generalizado de que el FMI necesita más fondos, pero hay un fuerte debate interno sobre su estructura de decisión (en la actualidad EE.UU. tiene un voto mayoritario automático) y las condiciones que suele imponer el organismo para el otorgamiento de prestamos (recetas automáticas de recorte en el gasto público que suelen agravar las crisis).

El aumento de recursos del FMI -se habla de US$250.000 millones- permitiría atender la situación de emergencia de varios países de Europa del Este que podría generar un nuevo efecto "vodka" por la exposición de bancos austríacos, italianos y suecos en estas sociedades ex comunistas.

Pero las naciones emergentes sólo aprobarán este incremento si hay un cambio en la estructura del FMI.

"La actual estructura del Fondo excluye a países emergentes como China, India, Brasil. Esto tiene que cambiar", indicó a BBC Mundo Enrique Iglesias, secretario general iberoamericano del G-20.

Entre el éxito y la decepción

Es más difícil ver qué convergencia puede haber sobre el tema del estímulo fiscal.

Según el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, EE.UU. salió de la depresión con un "pequeño estímulo fiscal": la Segunda Guerra Mundial.

Para el economista, los planes anunciados hasta el momento, tanto por el gobierno de Barack Obama como por la UE, no se acercan ni por asomo a lo que se necesita.

Un borrador del comunicado final dado a conocer este fin de semana por el diario alemán "Der Spiegel" incluye entre paréntesis (es decir, como todavía no acordado) una propuesta británica para que los países del G-20 se comprometan a invertir US$2.000.000 000.0000 (dos millones de millones).

La filtración de este documento fue interpretada como un intento del gobierno alemán de torpedear esta propuesta.

Reforma financiera

En el terreno de la reforma financiera, un crítico de la cumbre, el autor de "La Europa opaca de las finanzas", Juan Higueras no espera grandes avances.

"El dios de la liberalización financiera no va a ser tocado. Si no se reforma esto, sólo tendremos retoques cosméticos", dijo Higueras a BBC Mundo.

Los analistas anticipan acuerdos mínimos sobre temas como los paraísos fiscales o la remuneración de los banqueros, pero son escépticos sobre la posibilidad de avances en los temas de fondo.

En el marco de la actual crisis eso sería poco.

Los ojos del mundo están posados en la cumbre y esperan mucho más que algunas medidas vistosas en medio de un comunicado de vagas generalizaciones.