Última actualización: miércoles, 6 de mayo de 2009 - 09:29 GMT

La historia de Wadad

Wadad Khoury

Wadad Khoury, Beirut 2009, Fotos: Manuel Toledo, BBC Mundo

Desde hace varias semanas nuestro colega Manuel Toledo se encuentra recorriendo el Medio Oriente.

En BBC Mundo lo invitamos a conocer un poco más de esta parte del planeta a través de sus pasos, en un periplo que comenzó en Egipto y terminará en Turquía.

Siga con nosotros estas crónicas desde el Medio Oriente, un viaje en el que usted también podrá participar.

A la derecha encontrará las anotaciones anteriores.

Séptima entrega: ¿Qué pasará con los refugiados?

Wadad Khoury pensó que sólo iba a pasar el verano en Líbano y lo más valioso que se llevó fue su almohada.

Wadad Khoury

Wadad Khoury tiene ahora 86 años y vive en Beirut, la capital de Líbano.

No es difícil imaginársela en Trípoli, en abril de 1948, con sus cabellos claros sobre esa almohada, soñando con Haifa, la ciudad palestina que había dejado atrás y a la que nunca regresaría.

Wadad, que tenía 25 años, llegó a Trípoli por avión, con el personal de la compañía petrolera para la cual trabajaba. El resto de su familia, excepto su hermano Georges, viajó a Beirut, la capital libanesa, por barco.

No llevaban nada de su pasado. Huían de la creciente violencia entre árabes y judíos, y esperaban regresar cuando se calmaran las cosas.

Poco después, Georges también escapó a Beirut, en automóvil, con un enorme radio de transistores, que les sirvió de asiento cuando tuvieron que alquilar un apartamento desamueblado.

El hermano mayor, Fouad, logró conseguir tarjetas de identidad libanesas pero, como tenían un acento palestino muy fuerte, todo el mundo sabía de dónde venían, recuerda otra hermana, Rosy, quien ahora vive en París.

Un mes después de la llegada de Wadad y su familia a Líbano, escucharon la noticia de que había nacido un nuevo estado: Israel. Como ellos, otros 711.000 palestinos se convirtieron en refugiados en poco más de un año.

Según datos de junio de 2008 de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés), en la actualidad la cifra, que incluye a los descendientes por línea paterna, es de más de 4,6 millones, distribuidos principalmente entre Jordania, Líbano, Siria, Gaza y Cisjordania.

Nace un estado

En 1916, seis años antes del nacimiento de Wadad, el Reino Unido y Francia habían refrendado en secreto, a espalda de los árabes y con la connivencia de la Rusia zarista, el acuerdo Sykes-Picot, que demarcaba sus "esferas de influencia" en la región cuando cayera el imperio otomano.

Trípoli

En la actualidad, los refugiados palestinos representan casi el 10% de la población libanesa.

Pocos meses después, tras una formidable campaña de presión por parte de grupos sionistas, el ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido firmó un documento, conocido desde entonces por su apellido, la Declaración de Balfour, en el que su país se comprometía a establecer en Palestina "un hogar nacional para el pueblo judío".

En 1920 comenzó el mandato británico de Palestina, que tenía el objetivo expreso de poner en práctica lo prometido por Balfour.

El año en que Wadad vino al mundo, 1922, según un censo británico, la población de Palestina estaba integrada por unos 589.200 árabes musulmanes, 83.800 judíos, 71.500 árabes cristianos y 7.600 habitantes que no pertenecían a ninguna de esas denominaciones.

Antes de que Wadad cumpliera sus diez años, la población judía había crecido a más de 174.600 personas, de acuerdo al segundo censo del mandato británico, de 1931.

Diversas fuentes indican que cuando se creó el estado de Israel ya vivían unos 650.000 judíos en Palestina, miles de los cuales habían llegado huyendo de la persecución nazi en Europa.

Desbalance

A pesar de que la Declaración de Balfour aseguraba que no se haría "nada que pudiera dañar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías en Palestina", la continua llegada de inmigrantes creó un desbalance para el cual los británicos no estaban preparados.

Fundación del estado de Israel

El 14 de mayo de 1948 fue fundado el estado de Israel. Los palestinos llaman a ese día “Nakba”, “la catástrofe”.

A mediados de los años 30, la oposición a la inmigración era tanta que Wadad, que provenía de una familia árabe cristiana, se tenía que cubrir sus cabellos rubios con un velo para ir a la escuela porque temía que los árabes la confundieran con una judía y le dispararan.

En 1947, la ONU aprobó un plan de partición de Palestina, al que se opusieron los árabes y que nunca se implementó, según el cual la ciudad donde ella vivía pasaría a formar parte del nuevo estado de Israel.

El anuncio de la propuesta de la ONU desató una nueva ola de violencia y varias masacres, de una y otra parte, algunas de ellas vinculadas al sector petrolero donde Wadad trabajaba.

Como resultado del conflicto, según informó la revista británica The Economist en octubre de 1948, de los cerca de 62.000 árabes que vivían en Haifa, sólo quedaron unos 5.000 o 6.000.

Éxodo

Hay diversas versiones de por qué los palestinos huyeron en desbandada.

Wadad Khoury y su hija Naila Nauphal

Wadad junto a su hija Naila, quien también sufrió el exilio durante la guerra civil libanesa.

Algunas dicen que se debió a amenazas sionistas; otras aseguran que fueron los propios líderes árabes quienes los alentaron a hacerlo; unas terceras señalan que fue una combinación de ambos factores.

Pero muchos, como Wadad y su familia, aseguran que lo que los obligó a dejar atrás su mundo fue el incremento de la violencia.

Una de sus hermanas, Leila, estaba casada con un oficial británico y él, que sabía que sus compatriotas estaban a punto de perder el control de la situación, les advirtió que era mejor salir a tiempo.

La familia de Wadad llegó al exilio el 8 de abril, los británicos se retiraron de la ciudad el 21 y Haifa fue capturada el 23 por una brigada de la Haganah, la organización paramilitar judía que un mes después pasaría a desempeñar un papel central en la fundación del ejército de Israel.

Guerra civil

En 1956, Wadad conoció en Trípoli a su futuro esposo, Habib, un banquero libanés con el que tuvo tres hijos.

Ventana en el centro de Beirut

En Beirut todavía se pueden ver muchas huellas de la guerra civil, que duró 15 años.

Por el trabajo de él, se mudaron varias veces, primero a Zahlé, en el valle de Beqaa, luego a Saida, en el sur, y finalmente a Beirut, en 1970.

Vivían frente al mar, en Jnah, un lujoso distrito del oeste de la capital libanesa cuando, el 13 de abril de 1975, estalló la guerra civil, que se extendió hasta 1990.

"Yo tenía apenas 14 años de edad y no podía analizar claramente la descomposición de la sociedad y su fragmentación", escribió, décadas después, Naila, la hija de Wadad.

"Pero, de repente, mi mejor amiga dejó nuestra escuela (cristiana) e ingresó en una escuela musulmana; al tendero comenzaron a describirlo como ‘sunita' y al chofer del autobús escolar como ‘maronita'; otro amigo no podía venir a visitarnos porque le resultaba muy peligroso cruzar determinada área, ya que él era ‘druso'. Fue así que sentí que la guerra entró en nuestras vidas, a través de esas etiquetas étnicas y religiosas que repentinamente tuvieron una extraña e inquietante resonancia".

Wadad, esta vez con su familia libanesa, volvió a conocer el desplazamiento y el exilio. También conoció la experiencia de que secuestraran a uno de sus hijos y de que, afortunadamente, lo liberaran.

"Durante toda la guerra, la mayoría de los libaneses estábamos constantemente en movimiento. Nos mudábamos a áreas más seguras que rápidamente dejaban de serlo, cambiábamos de escuela, de casas, y dejábamos atrás, una y otra vez, los rostros familiares", recuerda Naila.

Nueva vida

Wadad tiene ahora 86 años y vive en un bello apartamento de Beirut, rodeada de flores y de amigas, que varias veces a la semana la visitan para jugar a las cartas y hablar de los buenos y de los malos tiempos.

Wadad Khoury

Varias veces a la semana, Wadad espera a sus amigas para jugar a las cartas y conversar.

Cuando sus amigas o su hija no están en casa, Wadad escucha ávidamente las noticias, algo que la familia nunca dejó de hacer desde que su hermano Georges trajo su viejo radio de Palestina.

Seguramente estará atenta a las visitas a Washington, previstas para las próximas semanas, del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y el líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas.

Desde que llegó a la Casa Blanca, el presidente Barack Obama ha insistido en que la única solución para que pueda haber una paz duradera en el Medio Oriente es el establecimiento de un estado palestino, junto al israelí, y ha dicho que espera ver "progreso en el terreno" en los próximos meses.

Sospecho que a Wadad, a quien no le queda nada ni nadie cercano en la tierra que tuvo que abandonar hace 61 años, no le interesará regresar a vivir en Palestina si se establece ese estado.

¿Pero qué pasará con los otros 4,6 millones de refugiados, muchos de los cuales viven en duras condiciones en campamentos administrados por la ONU desde hace seis décadas?

Hasta ahora, por lo menos en público, nadie ha hablado de eso.

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Es devastador para la conciencia, el saber con fundamento real como el hombre fue, es y seguira siendo un lobo para el hombre. Como no ha bastado con las matanzas y guerras organizadas por la iglesia cristiana a traves de las cruzadas, y puesto que el oriente medio se resiste a ser occidentalizado, habia que organizar un plan para terminar con sus idiosincracia y sus costumbres, y obviamente alli estaban FRANCIA( LIBERTE, EGALITE, CONFRATERNITE), INGLATERRA, LA RUSIA NUEVA, apoyando este objetiv
GERARDO PALACIOS MORENO, BOGOTA, COLOMBIA

No he estado en medio oriente, sin embargo su articulo es muy bueno. He visto otros articulos de Manuel Toledo, tanto su contenido como fotografias ademas de ser profesionalmente muy buenos, nos permiten conocer cosas y lugares de nuestro mundo, que no siempre tenemos la suerte de estar al alcance.
saludos
Luis Alberto Roman
Cuenca Ecuador
Luis Alberto Roman, Cuenca Ecuador

Los articulos periodistcos de Manuel Toledo me parecen interesantes, fuera de intereses politicos, mas alla de pretenciones y otras miserias que la prensa actual trata de inocularnos. Lo que escribe Toledo es memoria cultural, cronicas y poesia recondita de la tierra. Le agradezco el constante descubrimiento que me brinda, que le brinda a muchas personas.
alejandro fonseca, Miami, E.U.


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