Un escándalo muy británico
- Raúl Fain Binda
- BBC Mundo

El parlamento británico se ha transformado en destinatario de la furia ciudadana por el escándalo de las expensas.
La opinión pública británica ha reaccionado con indignación ante las revelaciones de abusos cometidos por numerosos legisladores al sistema de gastos parlamentarios, con fondos de los contribuyentes.
El primer ministro Gordon Brown, jefe del Partido Laborista, y David Cameron, líder del Partido Conservador, se han disculpado públicamente en nombre de sus respectivas organizaciones.
Cameron ordenó a varios de sus colaboradores más cercanos, miembros del llamado "gabinete en la sombra", devolver las sumas recibidas por gastos que la opinión pública (aunque no la letra de la ley) considera excesivos y en algunos casos fraudulentos.
Las informaciones son particularmente graves, porque en el sistema británico todos los miembros del gabinete, desde el primer ministro para abajo, son miembros del parlamento: por consiguiente, no se puede decir que la separación de poderes proteja los intereses del público.
El Daily Telegraph, un diario de tendencia conservadora, comenzó a publicar el viernes 8 de mayo datos sobre los gastos de los legisladores, comenzando por los ministros del gabinete, todos del Partido Laborista.
En días posteriores amplió gradualmente la información, tomada en gran parte de un CD perteneciente a la dependencia oficial encargada de supervisar los gastos.
La policía está investigando las circunstancias en que ese disco confidencial fue sustraído o copiado de las oficinas del parlamento.
Desaprobación
El diario tiene los datos de los 646 miembros de la Cámara de los Comunes (la cámara baja), representando a quince partidos.
A medida que se conocían detalles, el público daba muestras de intensa desaprobación, a pesar de que en la gran mayoría de los casos se trataba de gastos legítimos, debidamente comprobados y autorizados.
Una encuesta de Populus para el Times, el martes 12, reflejó una marcada pérdida de popularidad de los dos partidos mayoritarios, el Laborista y el Conservador (de una magnitud de 4% en ambos casos).
Las informaciones alcanzaron el miércoles 13 a los diputados del Partido Liberal Demócrata, lo cual revertirá seguramente su avance de 4% registrado en la encuesta anterior del Times.
A pesar de que los liberales proponen desde hace tiempo una reforma del sistema de dietas y gastos, las informaciones ponen en descubierto un comportamiento similar al de los legisladores de los otros partidos.
Es evidente que no se trata del fallo de un partido en particular, sino de la clase política en general, que aprovecha en forma rutinaria un sistema de gastos concebido por ella misma en su propio beneficio.
La mayoría de los legisladores mencionados por el Daily Telegraph alegaron en su defensa que habían actuado correctamente, ya que los gastos fueron supervisados y aprobados dentro de las normas.
Esto es cierto. Aunque en determinados casos pueda presumirse o sospecharse mala fe, los diputados reclamaron lo que les correspondía, según la letra de la ley. Pero el espíritu de la ley sí habría sido violado.
Las normas en cuestión figuran en el llamado Libro Verde, y la oficina de control de gastos debe escudriñar todos los recibos, cotejándolos para que coincidan con las atribuciones reglamentarias.
Pero el Libro Verde, a la luz de las revelaciones, tiene debilidades importantes, con numerosos resquicios para que los legisladores abusen del espíritu de las normas, aunque respetando el texto.
Vivienda
El recurso favorito, por ser el más redituable, es la especulación con la vivienda adicional a la que los diputados tienen derecho.

Los líderes de los principales partidos no han escapado a las fuertes críticas por los gastos.
Además de la vivienda en el distrito al que representan, los diputados pueden comprar o alquilar una segunda residencia en Londres, para vivir cuando asisten a las sesiones del parlamento.
Tienen derecho a una suma de hasta 24.000 libras esterlinas por año, que cubre mobiliario, intereses de hipotecas y mantenimiento esencial.
Una forma de abuso es alternar la designación de "primera" y "segunda" vivienda, de modo que permita modernizar en forma sucesiva ambas residencias, que luego pueden ser vendidas con una buena ganancia.
La especulación es evidente en el caso de los diputados que representan distritos de Londres: muchos de ellos viven a muy poca distancia del parlamento y no necesitan la segunda vivienda, pero igualmente la tienen, en muchos casos cedidas o alquiladas a familiares o amigos.
El hecho de que varios ministros tengan "primera" y "segunda" viviendas propias, a pesar de vivir en casas de propiedad del Estado, refleja hasta qué punto el sistema era inadecuado para las necesidades reales.
La ambigüedad de las normas debilita la excusa de que los gastos son legítimos porque fueron aprobados por la oficina de control.
Los empleados de esa oficina, además, no tienen interés ni incentivo para desafiar frontalmente la credibilidad de los miembros del parlamento.
Cambios
La indignación popular precipitará un cambio radical en el régimen, cuyos alcances todavía no son claros.
El sistema se ha deteriorado hasta el punto de que algo concebido como una compensación de gastos, se ha convertido en una forma de salario extraordinario, libre de impuestos.
Algunos críticos abogan por la eliminación del sistema de gastos, lo cual sería posible con un aumento substancial de las dietas, para cubrir los egresos indispensables de los diputados, sin necesidad de un costoso y (ahora se sabe) vergonzoso sistema de auditoría.
Esa ha sido justamente una de las causas ocultas de la presente situación, ya que las autoridades han tratado de contener el aumento de las dietas, para no alarmar a los contribuyentes, que son los que votan.
Ahora les ha estallado el petardo y todavía no saben cómo reaccionar.
El asunto es urgente, por diversos motivos.
Además de la inmediata repercusión electoral, que se reflejará en las próximas elecciones locales y para el parlamento europeo, el 4 de junio, los observadores vaticinan que el próximo foco del interés público será el sistema de financiación de los partidos políticos.
De lo particular se pasará a lo general: si el electorado exige más transparencia en los gastos de los legisladores, también la pedirá en los ingresos de los partidos.
Impacto
En los comicios para el parlamento europeo cabe esperar un avance notable de los partidos marginales, ya que en estas elecciones se aplica un sistema de representación proporcional que los beneficia, a diferencia de las elecciones nacionales, que favorecen a los partidos mayores.
Desde hace algunas semanas se habla del posible progreso electoral del British National Party, una organización de tinte neofascista, que suele fortalecerse en momentos de crisis económica y desorientación política.
El BNP aparece en algunas encuestas de opinión con un respaldo de 2%, aunque los expertos creen que no refleja la realidad, porque muchos de sus partidarios prefieren el anonimato y detestan a los encuestadores.
Pero la consecuencia más trascendente no será la suerte que les toque a individuos u organizaciones que en cualquier caso deberán rendir cuentas ante la opinión pública.
Lo realmente importante será la evolución de la confianza popular en el sistema político y en la integridad de sus representantes.
Una de las razones de la estabilidad de la democracia británica es justamente que ese nivel de confianza es más elevado que en otros países.
Y ese es precisamente el punto: mientras más elevada sea la confianza, más profunda será la decepción ante irregularidades que en otros países no llamarían tanto la atención.