Sobrevivientes, los milagros en el aire
- Redacción
- BBC Mundo

Hay varios casos como el de Bahya Bakari, la niña que sobrevivió el accidente aéreo de esta semana.
Los equipos de rescate siguen buscando la caja negra y los cuerpos del avión de Yemenia Airway que se precipitó este martes en el Océano Índico, con 153 personas a bordo.
Mientras ocurre esto, la historia de la única superviviente de la tragedia, la adolescente Bahya Bakari, hace recordar otros casos de personas que vivieron proezas similares.
Entre ellos destaca el de Vesna Voluvic, una asistente de vuelo que volaba en un avión que explosionó sobre la antigua Checoslovaquia en enero de 1972 por un presunto ataque.
Vesna, quien recibió después el premio Guiness por “la caída más alta sin paracaídas”, cayó desde más de 10.000 kilómetros de altura dentro de una parte del fuselaje del avión sobre los montes nevados de la actual República Checa.
A pesar de sufrir heridas graves, que incluían haberse roto ambas piernas, la afortunada dijo que una conveniente pérdida de memoria hizo que no sufriera traumas por lo vivido. “Hasta hoy en día me gusta viajar y no tengo miedo de volar”, afirmó.

Juliane Koepcke sobrevivió a un accidente aéreo tras caer 3.000 metros atada a su asiento.
Semanas antes, en la víspera de las Navidades de 1971, un avión de pasajeros también explosionó tras ser alcanzado por un rayo sobre la Amazonía peruana. Todos abordo murieron excepto Juliane Koepcke, de 17 años, quien cayó desde unos 3.000 metros de altitud atada a su asiento.
Al parecer los fuertes vientos que soplaban desde abajo hasta la cima suavizaron la caída, haciendo que el asiento descendiera en espiral y no en caída libra. La adolescente alemana pasó 11 días vagando por la selva, sin comida y buscando la civilización.
Una historia similar a la de George Lamson quien tenía 17 años cuando sobrevivió el accidente de un Lockheed L-188 Electra de Galaxy Airlines que mató a 70 personas en enero de 1985.
Lamson también fue despedido atado al asiento después de que su avión cayera y enseguida explotara tras despegar del aeropuerto de Reno, Nevada. Otros dos pasajeros sobrevivieron al impacto inicial pero fallecieron a los pocos días.
Supervivencia
Relatos como éstos provocan debates sobre cómo aumentar las posibilidades de sobrevivir un accidente aéreo, y si los niños y jóvenes tienen más posibilidades de salvarse en comparación con los adultos.
La BBC hizo esta pregunta a varios especialistas.
“Un adulto cuya cabeza se eleva por encima de la cadera y las piernas no tiene más posibilidades de recibir un impacto al ser lanzado dentro de la cabina. Será más propenso a romperse algo”, afirmó Ed Galea, profesor de la Universidad de Greenwich.
“Un joven en su propio asiento puede estar un poco protegido y es menos susceptible a sufrir daños corporales. Están algo protegidos en un ambiente sólido y rígido”, añadió.
Sin embargo, evitó dar una explicación al caso de Bahya, la adolescente del vuelo de Yemenia, ya que al parecer no hay causas fisiológicas que expliquen que un joven tenga más posibilidades de sobrevivir que un adulto.
En 1995, una niña de 9 años fue la única superviviente de una explosión de un avión en pleno vuelo en Colombia.
Dos años después, un niño tailandés escapó con vida de un accidente de Vietnam Airlines en el que murieron 65 personas.
En 2003, un niño de 3 años fue el único superviviente de un accidente aéreo en Sudán que mató a 116 personas.
No es el destino
El profesor Galea, autor de una base de datos con relatos de 2.000 supervivientes, dijo a la BBC que la “supervivencia no es una cuestión del destino”.
“Usted puede hacer cosas que aumenten las posibilidades de sobrevivir”, aseguró. Una de ellas es familiarizarse con las salidas de emergencia del avión y ver la mejor manera de desabrocharse el cinturón de seguridad.
El experto añadió que, sorprendentemente, muchos pasajeros tienen la tentación de librarse del cinturón apretando el botón como si se tratase de un auto.
El especialista Tom Barth, de AmSafe Aviation, aseguró que practicar la posición de emergencia, consistente en abrazar las piernas, o recostarse hacia el asiento de enfrente, puede hacer una diferencia.
“Lo más importante es bajar el torso superior, lo más que uno pueda, limitando la fuerza del impacto (…) porque evita ser lanzado de un lado a otro en caso de accidente”, afirmó.
Según Barth, a pesar de que muchos creen que las posibilidades de salir vivo de un accidente aéreo son casi nulas, la realidad es bien distinta. Más del 90% de los accidentes hoy en día tienen sobrevivientes gracias a los avances tecnológicos y al conocimiento acumulado.
Tan solo en Estados Unidos, entre 1983 y 2000 hubo 568 accidentes aéreos y de las 53.487 personas abordo, 51.207 sobrevivieron.