Cómo sonó el estruendoso primer día de la sangrienta Batalla de Somme hace un siglo

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mina estallando
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Los estallidos de minas, más lejos, se sumaban a los disparos, gritos y gemidos.

La Primera Guerra Mundial fue la primera guerra industrial.

Muchas armas mecánicas nuevas y poderosas fueron desplegadas en el campo de batalla, y causaron lesiones y muerte en una escala nunca antes vista.

El 1º de julio de 1916, las fuerzas británicas y francesas lanzaron una ofensiva en la región de Somme en el norte de Francia.

Fue el inicio de una de las más cruentas batallas de esa guerra.

Durante cinco meses, los ejércitos británicos y franceses combatieron a los alemanes en una brutal batalla de desgaste en un frente de 24 kilómetros.

El objetivo era aliviarle la tarea al ejército francés que luchaba en Verdún y debilitar al ejército alemán. Pero los aliados fueron incapaces de romper las filas alemanas.

En total, hubo más de un millón de muertos y heridos de todas las partes.

Si muriera, piensen sólo esto de mí: hay una esquina en un campo extranjero que siempre será Inglaterra"

Extracto del poema "El soldado" de Rupert Brooke
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El fragor de ese primer día

Los miles de militares presentes habían sido entrenados antes de marchar a la guerra.

Pero nada los podía haber preparado para lo que enfrentaron.

En ese sólo día hubo 57.000 bajas, de las cuales casi 20.000 fueron muertes.

Para el ejército británico, ese 1º de julio sigue siendo el peor día en toda su historia.

Además, los sorprendió un nuevo enemigo: el ruido.

El frente retumbó con el estrépito de la guerra.

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Nunca antes se había vivido algo como la Primera Guerra Mundial.

Cada una de las nuevas armas tenía un sonido distintivo, que se mezcló con los de las otras, los gritos de las órdenes, los silbidos y los gemidos de los heridos.

Era una pesadilla caótica: explosiones de minas... ametralladoras... gritos humanos... algunos lejos, otros, muy, muy cerca.

La reverberación de la guerra

En las primeras etapas de la Batalla del Somme, las filas alemanas fueron bombardeadas con 1,6 millones de proyectiles a lo largo de una semana.

Tal era la intensidad del bombardeo, que las vibraciones se alcanzaban a sentir en Inglaterra.

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A nadie se le ocurrió equipar a las tropas con protectores para los oídos.

La principal pieza de artillería del Imperio británico en ese entonces era el cañón de campaña a tiro rápido de 18 libras.

El 18 libras producía un fuerte ruido al disparar, una y otra vez y, unos segundos más tarde, con la caída y la explosión de su proyectil.

Los soldados decían oír un "perpetuo estruendo" de detonaciones distantes.

Los feroces y sostenidos ruidos a los que los militares estuvieron expuestos causaron daños horrendos.

¿Así sonaba?

Nunca podremos comprender realmente la experiencia de un soldado de la Primera Guerra Mundial.

Apenas podemos imaginarnos la vivencia de un soldado esperando con sus camaradas la orden de atacar.

O el ruido que asaltó los oídos de esos hombres.

Aunque existen filmaciones, son mudas.

Sin embargo, en el documental de la BBC "Gaiteros de las trincheras", el historiador Michael Stedman y el ingeniero Paul Wilson, de la Escuela de Arte de Glasgow, trataron de recrear el entorno sonoro del primer día de la batalla del Somme.

Título del audio

El estremecedor sonido del primer día de la batalla de Somme

La vida en el frente occidental

El ruido feroz y repetitivo que se escuchaba en las trincheras y en el campo de batalla afectó la salud de los soldados de varias formas.

  • Daños en el oído

Muchos sufrieron sordera instantánea en uno o ambos oídos por los efectos de conmoción en los tímpanos, perforados por una explosión.

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Las explosiones, propias o de los enemigos, les reventaban los oídos.

Los soldados recuerdan haber visto las orejas de los artilleros sangrado.

Los sargentos se empezaron a comunicar con sus hombres con silbatos pues era más fácil que quienes tenían problemas de audición escucharan registros altos.

  • Respuesta emocional

La experiencia de ruido era emocionalmente aislante.

La cacofonía en el campo de batalla hizo que soldados no pudieran oír las órdenes.

En La Boiselle, una aldea de 35 casas, los soldados, que eran voluntarios civiles, empezaron a olvidar su entrenamiento militar y quedaron a merced de sus instintos: acurrucados juntos para sentirse seguros pero, en realidad, haciéndose blancos más fáciles.

Fuente de la imagen, National Army Museum

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"100.000 hombres requeridos para la Guerra. Nadie que sea físicamente apto será rechazado para Servicio Activo y entre las edades de 19 y 30"... eran entrenados pero el terror borraba lo aprendido.

  • La privación del sueño

La perturbación del sueño de los soldados era otro factor negativo: su cansancio aumentaba el trauma de la situación.

  • Neurosis de guerra

El miedo y la ansiedad que muchos soldados sintieron durante los bombardeos contribuido a 'sordera histérica', la pérdida de la audición que se desarrolla en condiciones de tensión emocional severa.

Palpitaciones del corazón, la histeria y la parálisis también se encontraban entre los muchos síntomas de la neurosis de guerra.

Esto desconcertó a los médicos, que nunca habían tratado el estrés de la guerra de masas.