Qué es y qué nos dice sobre la vida en el planeta el controvertido "fósil más antiguo jamás encontrado"
- Roland Pease
- BBC

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Estas marcas como de olas fueron dejadas -según expertos- por actividad microbiana.
Las rocas de la fotografía de arriba formaron parte del suelo marino prehistórico. Y las líneas en forma de olas serían restos de colonias primordiales microbianas -conocidas como estromatolitos- que se formaron hace 3.700 millones de años.
Para ponerlo en contexto, si hoy viajáramos en el tiempo a esa fecha, estaríamos dando un salto al mundo en que aparecieron los primeros dinosaurios.
Estos fósiles encontrados en rocas de Groenlandia son, según el estudio publicado en la revista Nature, una de las formas de vida más temprana jamás registradas.
Hasta ahora, los fósiles más antiguos databan de unos 3.400 millones de años.
Rosing vs Kranendonk
Un descubrimiento así, sin embargo, no puede estar exento de controversia.
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Hoy en día es posible ver estromatolitos modernos en la bahía Tiburón, en Australia.
El nuevo hallazgo fue hecho en una desolada extensión de tierra que linda con la capa de hielo del Ártico considerada la pieza más antigua de la superficie de nuestro planeta: el cinturón supracortical de Isua.
Y, a finales de los años 90, una profesora de geología del Museo de Historia Natural de Dinamarca, ya había identificado restos de sustancias químicas de vida en las rocas de Isua.
Eran capas de carbono que evidenciaban una vida bacteriana ancestral (una interpretación que también ha sido impugnada).
Y la profesora Minik Rosing -quien es nativa de Groenlandia- sugirió que esas bacterias vivieron en la superficie del océano, capturando la luz del sol y la fotosíntesis, hasta que murieron y fueron arrastrados por la lluvia al lecho marino.
Mientras que los estromatolitos descritos ahora en la revista Nature por Martin van Kranendok y su equipo habrían vivido de una forma muy distinta.
Según el estudio, las estructuras fósiles están cubiertas por otra capa gruesa de sedimentos, una señal de que las esteras bacterianas fueron fatalmente sepultadas por el lodo o la arena, tal vez de una tormenta.
"Tenemos mucha evidencia de que esto era un entorno de aguas poco profundas", sugiere el profesor van Kranendonk
"Podemos ver que la arena y las rocas se movían por olas enérgicas", dice.
Estos fósiles de estromatolitos en Pilbara, Australia, son de unos 3.400 años de antigüedad.
Los estromatolitos en sí son de piedra caliza precipitada de las aguas costeras por los microorganismos originales, evidencia que -según los investigadores- confirma que estos son verdaderamente antiguos.
No hay rastros de los microbios originales, sólo los montículos que construyeron, algo que el profesor van Kranendonk asegura es muy importante.
"Esto nos ayuda a pensar cómo se desarrolló la vida en la Tierra, y qué tan rápido fue ese proceso", explica. "Esto empuja todo un poco más lejos (en el tiempo), se estrecha la ventana entre el momento del que no sabemos nada y cuando empezamos a saber algo".
Pero la profesora Rosing está en desacuerdo con casi cada aspecto de este análisis.
Para ella, la afirmación depende de la creencia de que las muestras vienen de una rara y bien preservada parte del lecho marino original.
Pero desde que formaron parte de la superficie de la Tierra, las rocas de Isua han sido torcidas, apretadas y estiradas por fuerzas tectónicas.
No en balde la región ha sido descrita como "cheque de trenes" geológico por otro geólogo.
Otra visión
Rosing argumenta que los minerales carbonados, más allá de ser precipitaciones biológicas originarias, fueron producidos mucho más tarde por reacciones de agua carbonada en la profundidad de la corteza terrestre.
Las líneas (en la foto de arriba) muestran láminas internas, que según expertos son capas sedimentarias primordiales, en realidad muestran dónde esas aguas se filtraron en las rocas enterradas.
Y en cuanto a las formas fósiles de cúpulas y conos, estas son formas típicas de cómo las rocas han sufrido los estragos de ese movimiento de placas tectónicas.
"Viendo las fotografías que están en el ensayo, es claro que estas son rocas muy deformadas", le dijo a la BBC Rosing.
Los estromatolitos son rocas vivientes formadas por granos minerales pegados entre sí por una bacterias coloniales pegajosa.
El estudio de Minik Rosing sobre los rastros en Isua también han sido imputados.
Hoy en día son una rareza, las más conocidas están en la bahía Tiburón, en el oeste de Australia, donde la bacteria se desliza hacia arriba a través de cada capa nueva de sedimento lavado por las mareas.
En montículos similares, que se encuentran en el interior de Australia, están los fósiles más antiguos que hasta ahora se han reconocido, con 3.400 millones de años de antigüedad.
"Notablemente similares"
El profesor Van Kranendonk, experto en la Tierra ancestral de la universidad del Sur de Gales, insiste en que las muestras más antiguas halladas por su equipo en Groenlandia son "notablemente similares".
"Nosotros vemos las capas inalterada de sedimento originales, y podemos ver cómo los estromatolitos crecieron a través de las capas sedimentarias, y podemos ver la cúpula y cono característico que forman los estromatolitos modernos".
Este es un problema familiar en la ciencia de la Tierra prehistórica.
Es tanto lo que le ha ocurrido a las rocas a lo largo de su historia geológica que es difícil saber qué es original y qué ha sufrido una sobreimpresión en procesos posteriores.
Muchos estudios sobre fósiles ancestrales han fracasado tras una rigurosa evaluación, sólo unos pocos sobreviven al intenso escrutinio de la revisión de pares.
Van Kranendonk se mantiene firme en su argumento, pues asegura que a pesar del sufrimiento al que han sido sometidas las rocas de Groenlandia, unas pequeñas han sobrevivido en buen estado -incluyendo las de su más reciente estudio.
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Las piedras de Isua se encuentran en una esquina desolada de suroeste de Groenlandia.
"Sencillamente son ventanas excepcionales de preservación, que nos ofrecen las llaves a lo que pasó hace tanto tiempo".
El geobiólogo Michael Tice de la universidad A&M de Texas, Estados Unidos, quien arbitró el ensayo y aprobó su publicación, toma una posición intermedia.
"El problema con este tipo de ciencia es que uno intenta observar la vida después de que la geología le ha hecho todas las cosas más desagradables", señala.
"El estudio no es definitivo, pero la evidencia pasó todas las pruebas que le pudieron aplicar".
"El objetivo de la publicación es el de estimular a que hayan más esfuerzos para encontrar otros ejemplos".
La profesora Rosing está de acuerdo en que una visita conjunta para examinar las piedras en el lugar original podría ser la mejor forma de resolver esta disputa.
Mientras que el profesor Van Kranendonk espera que encuentres más muestras de -incluso más viejos- microorganismos.
Lo que une a estos dos expertos es la creencia de que casi tan atrás como la época en que se creo esa roca, la vida estaba empezando a formarse en la Tierra.
Eso, y el deseo de saber más sobre cómo fue la vida entonces.