El hombre que se atrevió a desafiar a la poderosa "mafia de los noodles" en China (y cómo acabó)
- Redacción
- BBC Mundo

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Xian Guolin, oriundo de la provincia de Gansu, gastó todos sus ahorros para abrir el local de "noodles".
Xian Guolin gastó los ahorros de toda su vida e hipotecó su casa para cumplir su sueño de abrir un restaurante de "noodles" en la concurrida calle Nanjing de Shanghái, China, una ciudad donde la demanda de comida es alta.
El menú principal consistía en los llamados "noodles" lamian, fideos chinos amasados a mano que se sirven en un caldo caliente, cubierto con tajadas de carne.
Sin embargo, a pocas horas de inaugurar su restaurante, llamado "Alilan Noodles con Carne", Xian comenzó a enfrentar protestas de otros vendedores de "noodles" que le exigían cerrar el negocio.
"En los primeros días no apareció ni un solo cliente", contó en su página de Weibo, la mayor red social de China.
Xian incluso recibió amenazas de muerte.
¿Qué estaba ocurriendo?
Un "acuerdo armonioso"
Al parecer, Xian había violado una"ley" que desconocía, al abrir su local demasiado cerca de otro restaurante similar.
Como muchos otros que venden lamian en Shanghái, el protagonista de esta historia es un musulmán Hui originario de Gansu, en el noroeste de China.
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La mayoría de los restaurantes de "noodles" en China son manejados por musulmanes Hui.
Quienes protestaban contra Xian decían que había violado el tratado de Shaanxi-Gansu-Ningxia, un convenio de hace varias décadas entre los miembros de la comunidad Hui para impedir que se abra un restaurante de "noodles" con carne en un radio de 400 metros de otro ya existente.
El documento del tratado dice que se busca promover un negocio "armonioso y estable" en el sector y que aquellos que no cumplan con lo estipulado enfrentarán las consecuencias y deberán aceptar cualquier pérdida económica.
Ma Jinglong, uno de los organizadores de la protesta que es dueño de dos restaurantes cercanos y también es un musulmán Hui, admitió que el acuerdo "no tiene ninguna base legal", pero que muchos propietarios de locales lo respetan sin cuestionarlo.
"Yo tengo que mantener a una familia numerosa. Si un restaurante ignora el tratado, se violan las reglas y más locales podrían hacer lo mismo", afirmó.
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El local de Xian empezó a revivir gracias al apoyo que obtuvo en las redes sociales.
Cuando Xian se rehusó a cerrar, el local fue rodeado por unos 100 individuos que amenazaban al personal e impedían el ingreso a los clientes.
Ese grupo permaneció allí durante varias semanas, a pesar de la intervención de la policía, por lo que el restaurante registró pérdidas diarias de 4.500 yuanes (US$670).
"Algunos de ellos se quedaban en la puerta y no dejaban pasar a los clientes, mientras otros insultaban a los meseros y a mí", recuerda Xian. "Y amenazaron con matar amis familiares si no cerraba el local".
Llegaron a ofrecerle 300.000 yuanes (US$45.000) para que cerrara el negocio en el que él había invertido una suma cinco veces mayor, pero se negó a claudicar.
#BeefNoodleGate
Fue entonces cuando Xian decidió recurrir a la red social Weibo (el Twitter chino) para documentar el asedio que sufría su restaurante. La etiqueta #BeefNoodleGate se volvió tendencia y numerosos usuarios de alto perfil apoyaron la causa.
La campaña recibió más de 400 millones de comentarios y generó un acalorado debate sobre las posibles implicancias de que un tratado así tuviera carácter legal.
"Esto ocurre a tan sólo un kilómetro de la sede de gobierno de la ciudad. ¿Qué puedo decir?", se preguntó un usuario.
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La campaña en Weibo ha tenido 400 millones de comentarios y ha generado 90.000 discusiones.
Hubo quien reflexionó en Weibo sobre el aspecto étnico del conflicto e inquirió (no sin polémica): "Estamos en Shanghái o este es territorio del Islam?".
Y algunos usuarios llamaron la atención sobre el hecho de que, gracias a la controversia, el restaurante obtuvo una gran cuota de publicidad gratuita.
Los residentes de Shanghái pronto le dieron su apoyo a Xian y fueron muchos los que visitaron su local.
El dueño del restaurante escribió en Weibo que los clientes incluso llegaron de lugares tan distantes como Hangzhou y Nanjing, que se encuentran a varias horas en tren de Shanghái.
Muchos mostraron su respaldo tomándose fotos en restaurante, compartiéndolas en la red social y pidiéndoles a otros que hicieran lo mismo.
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Clientes se tomaron fotos en el local, las subieron a Weibo y les pidieron a otros que hicieran lo mismo.
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Una muestra del apoyo conseguido gracias a internet.
Pasados 20 días, las autoridades decidieron intervenir para resolver el conflicto.
Para dar por terminado el diferendo, Xian aceptó quitar la palabra "carne" del nombre del local y retirar el logo de comida halal (preparada bajo los cánones del Islam).
Esto significaba que, técnicamente, su negocio dejaba de ser competencia para los otros restaurantes manejados por musulmanes.
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El cartel del restaurante muestra el hueco dejado entre las palabras "Alilan" y "Noodles".
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Los ideogramas de "carne" que han sido retirados.
Luego de un inmenso apoyo recibido y una concesión hecha a regañadientes, Xian comentó en Weibo que el negocio "volvió a la normalidad".
Muchos clientes le preguntaron si la carne fue definitivamente "borrada" del plato principal, como lo había sido del cartel del restaurante, a lo que él respondió afirmativamente.
Hoy, Xian no deja de agradecer "la amabilidad de innumerables personas" que le dieron su apoyo incondicional y de esa manera protegieron a su familia.
Sin embargo, esta historia tiene un final agridulce.
Hay algo que a Xian no deja de incomodarle: el hecho de que, a pesar de haberlo amenazado de muerte, los dueños de los otros restaurantes no hayan recibido castigo alguno.
Para él, en definitiva, la "mafia de los noodles" terminó ganado la partida.

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