Viviendo entre los muertos en un cementerio de Manila
El cementerio de Navotas está ubicado en la zona portuaria de la capital de Filipinas. Sobre los nichos y montañas de desperdicios viven unas 600 familias.

Una de las ciudades de más densidad de población del mundo, Manila, la capital de Filipinas, acoge a unos 20 millones de habitantes. Los más pobres se ven obligados a vivir en condiciones de precariedad extrema, como los pobladores de este cementerio. (Fotos: Kate McGeown, BBC)
El cementerio de Navotas está ubicado en la zona portuaria de Manila. Sobre los nichos y montañas de desperdicios viven unas 600 familias.
En las tumbas, o entre los desperdicios, muchas veces asoman los restos de los difuntos.
Muchos niños se dedican a hurgar en la basura buscando algo que puedan vender, como plásticos o metales. La dureza de las condiciones de vida no impiden que los menores jueguen y rían.
Los habitantes del cementerio cocinan, duermen, se asean y viven entre amontonamientos de desechos y carecen de todo sistema sanitario o de agua corriente.
Virginia de la Cruz es una de las vecinas del cementerio, donde habita desde 1986. Sus tres hijos y sus nietos también viven allí.
Muchas familias se ganan la vida ejecutando labores en el vecino puerto de Navotas. Algunos limpian y reparan tumbas.
Unas familias viven dentro de los mausoleos; otras, se ven precisadas a levantar sus viviendas sobre hileras de nichos.
En el cementerio, como en cualquier barrio, se ofrece entretenimiento y otros tipos de servicios a los vecinos. En algunos mausoleos se pueden encontrar karaokes y hasta escuelas.
Muchos vecinos se entretienen jugando billar. Es una tradición en el barrio jugar a las cartas para ayudar a financiar entierros.
Los más pequeños también tienen sus modos de entretenerse como en cualquier otro barrio de Manila.
Pese a su precariedad, las viviendas de Navotas han sido hogar de varias generaciones.
Un muchas se aprecia la cultura cristiana del único país de mayoría católica en Asia. El tipo de decoración de esta vivienda humilde puede encontrarse en cualquier país de América Latina.
En el cementerio de Navotas la vida y la muerte son realidades cotidiana más presentes que en cualquier barriada ordinaria.
Más que "temer a los muertos" lo que temen estos niños es caerse. Su infancia transcurre sobre hileras de nichos y superando obstáculos para escalar hasta sus viviendas.
Se estima que un tercio de la población de Filipinas tiene que sobrevivir con un dólar o menos al día.
La alcaldía de Manila adquirió unos lotes en los que se piensa reubicar a algunos residentes del cementerio, pero pocos estiman que esa sea una solución definitiva debido al alto número de habitantes y a la falta que espacio, lo cual podría hacer que lleguen nuevos vecinos a Navotas.